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El Mensaje de 1961 clarificó
más aún este enfoque para nosotros, recordándonos
distinguir entre la fe y la comprensión de lo
que es cierto, no confundir la verdad con experiencias
místicas subjetivas ni con teorías acerca
de la vida sobrenatural. De esta forma, nos urgió
a aplicar el método científico a la vida
espiritual, especialmente el concepto de verificación.
En cuanto a la enseñanza, Don Santiago pensaba
que ya no había conocimiento esotérico
(conocimiento accesible sólo a los elegidos o
iniciados), que todo lo que una vez estuvo escondido
estaba ahora al alcance de todos. Asimismo dijo que
las enseñanzas esotéricas de tradiciones
pasadas deben responder al rigor científico,
que aquéllas que no podían ser probadas
deberían tomarse solamente como teorías
que eran posibles, pero no definitivas. Nos enseñó
que el avance en el conocimiento científico no
solo no era opuesto a las ideas religiosas y espirituales,
sino que en realidad las sostenía y las expandía.
Para Don Santiago, la fe tenía un significado
especial: más que afirmar que esta o aquella
creencia era correcta, la fe es la certeza profunda
de que cada uno de nosotros tiene dentro de sí,
como ser humano, la capacidad de responder a las preguntas
fundamentales de la vida.
Este enfoque de la fe es el espíritu de las enseñanzas
de Cafh: ellas son ofrecidas como material de estudio
y trabajo, no como artículos para creer.
Don Santiago nos explicó que Cafh es una idea
y una obra apropiadas a los nuevos tiempos que él
veía venir, en los que el conocimiento estaría
accesible a cualquier persona que quisiera encontrarlo.
Sus enseñanzas originales están disponibles
aquí para todos los lectores y buscadores de
sabiduría espiritual. Enseñanzas tales
como El Buen Camino, Desenvolvimiento Espiritual, y
Sacrificio nos describen la expansión espiritual
que encuentra su expresión en la libertad interior
y el amor expansivo en quienes aplican estas enseñanzas
en sus vidas.
Hoy Cafh existe en muchas partes del mundo, en casi
todos los continentes y en muchos idiomas. Aunque Don
Santiago murió en 1962, su obra continúa
en estos días en la gran variedad de individuos
en todo el mundo que se sienten llamados a participar
interiormente con la misión espiritual que él
comenzó. Es a Don Santiago que nosotros, los
miembros de Cafh, debemos la riqueza de la vida espiritual
que hemos recibido, y es a él a quien estamos
eternamente agradecidos.
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